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El Salvador: la derecha se fortalece y el presidente Funes se debilita

por Roberto Pineda

Al hacer un balance del choque de trenes ocurrido el pasado 2 de junio en la Asamblea Legislativa,  el saldo de asustados, golpeados, heridos y fallecidos favorece a la derecha empresarial (ANEP y FUSADES), la cual ha logrado trepar al vagón del avance democrático, e impacta  fuertemente, en especial al  presidente Funes, que sale gravemente herido de este accidente. Y se encuentra todavía hospitalizado.

A continuación plantearemos cuatro hipótesis sobre la actual situación. La primera es que la derecha ha salido fortalecida de esta crisis, la segunda que el presidente Funes se ha debilitado, la tercera que se ha producido una peligrosa brecha entre los sectores democráticos y revolucionarios, y la cuarta que esta crisis en las alturas del poder se encuentra con un movimiento popular y social débil y desorientado.

Una derecha audaz y con visión de largo plazo

Dos años le tomó a la derecha descifrar el enigma de la Esfinge, encontrar la formula para romper la alianza entre fuerzas democráticas y fuerzas revolucionarias, que permitió la victoria del 15 de marzo de 2009, y lograr provocar una profunda crisis institucional, donde el principal herido de gravedad es el presidente Mauricio Funes.

Lo han logrado con el decreto 743. Es una derecha audaz, que abandona a sus instrumentos políticos que ya no les son de utilidad, y hasta se atreve a salir a las calles bajo la cobertura de sociedad civil. Ha pasado ya casi un mes desde que la derecha quitó la espoleta para el estallido de una crisis institucional que ha venido a modificar la percepción ciudadana sobre la validez del proyecto de cambio y de la ética de sus operadores.

Y aunque la izquierda avance estratégicamente en la conquista de nuevos territorios institucionales en la Corte de Cuentas, TSE, RNPN, ha perdido legitimidad ante la ciudadanía, y esto es grave. En política la imagen y la realidad son hermanos gemelos, que exigen atención. Se debe ser y parecer.

La derecha ha avanzado. Tiene claridad y cuenta con recursos. Detener este avance se torna urgente. Ha logrado la derecha deslegitimar al presidente Funes y paralizar al FMLN. Ha logrado que entre los 4 magistrados de la Sala de la Constitucional y el FMLN se abra una brecha. Lo cual es grave porque deberían ser aliados naturales. Ha logrado atraerse a sectores del movimiento popular e incluso de la izquierda.

Además calculan que la victoria del candidato  presidencial General Otto Pérez, del Partido Patriota en Guatemala en septiembre próximo, va venir a modificar la actual correlación de fuerzas a nivel regional, inclinándola hacia las fuerzas conservadoras.

Un presidente agotado y confuso

Ha pasado un mes y el presidente Funes en vez de resurgir vigoroso con una propuesta de solución a la crisis institucional, como se esperaría del primer mandatario, cada día que pasa se hunde más en un remolino que incluso puede amenazar, no solo con atrasar el proceso de cambios iniciado el 1 de junio de 2009, sino incluso con descarrilarlo.

La decisión del presidente Funes de sancionar el decreto 743 puede calificarse ya sea como una evidente demostración de candidez o como una palpable acción teñida de astucia. La historia se encargara de aclararnos de que tipo de semilla estamos hablando. Lo evidente es que tal decisión al presidente Funes le ha generado costos que superan ampliamente los logros obtenidos desde que iniciara su marcha triunfal, desde el corazón del FMLN  hacia la presidencia, en el estadio Cuscatlán, el 11 de noviembre de 2007.

Es un presidente que es rechazado por la derecha empresarial, la cual se da el lujo de regatearle sobre el impuesto a la seguridad,  y que cada día pierde más el respaldo de los sectores populares, los cuales observan preocupados que las medidas para paliar la crisis de seguridad, de empleo y de alto costo de la vida, no son suficientes. Es un presidente paralizado. Si no fuera por el apoyo del FMLN este gobierno ya hubiera caído.

La prepotencia del presidente Funes ante esta crisis va a conducirle a un mayor nivel de aislamiento de diversos sectores democráticos, del cual no podrán librarlos ni sus amigos en Washington ni el mismo Carlos Slim. Al final esta brecha va venir a debilitar el avance del proyecto democrático que el junto con el FMLN encabeza, y a fortalecer el proyecto de restauración oligárquica.

El apoyo a las habilidades pascuales de la Asamblea Legislativa de resucitar muertos, no va a favorecerlo. Tampoco su negativa a que se publiquen en el Diario Oficial las sentencias de la CSJ. Lo que necesita es tomar la dirección de este barco y conducirlo a puerto seguro. Y no esta fácil, pero es que nadie dijo que sería fácil. Se necesita humildad, visión  y voluntad.

Un FMLN indefinido y ambiguo

Y lamentablemente es una crisis que afecta también al FMLN, que lejos de acompañar y seguramente conducir este proceso de modernización del sistema político, ha optado por la defensa del status quo, y es comprensible, ya que toda su estrategia esta orientada  a avanzar dentro del sistema, y lo viene haciendo de manera exitosa desde 1994, pero no se justifica, ya que los intereses del proyecto de democratización rebasan los intereses partidarios.

El FMLN no es un fin en si mismo sino un medio, un instrumento  popular para alcanzar los cambios sociales que nuestro país necesita. Como lo fue el PCS durante 40 años. Y además el FMLN es el depositario de una tradición histórica de lucha popular, que tiene como una de sus características la versatilidad para adaptarse a las nuevas situaciones, sin abandonar  nunca los principios.

Eso permitió desplegar una amplia organización y movilización que se plasmaron en la lucha popular en los años setenta; una hábil política de alianzas y la construcción de un ejército popular para la lucha armada de los años ochenta, y últimamente en los últimos veinte años, una extraordinaria experiencia de lucha electoral. Son cuarenta años de acumulación política de miles de personas, en todo el país. 

Hoy la dinámica nacional exige un nuevo viraje para ir al encuentro de nuevos desafíos, como son los de en primer lugar, reconstruir el tejido organizativo popular y también el de encabezar los avances del proceso democrático, que incluyen sin duda alguna a las candidaturas independientes (que vamos a disputar con la derecha) y a las listas desbloqueadas y abiertas de candidatos. No debemos de temerle a esto. No podemos ponernos a la defensiva.

Que esto va a dificultar el avance,  sin duda alguna,  pero lo va a legitimar y el esfuerzo vale la pena hacerlo. No podemos cerrarnos a las nuevas realidades. Y dos años de gobierno de centro izquierda enseñan que solo se puede avanzar uniendo una solida maquinaria política electoral con  un amplio y consolidado movimiento popular y social, que no existe, que hay que reconstruir.  Se cuenta con lo primero, pero hay que reconstruir lo segundo, y de manera acelerada. De no hacerlo, la restauración oligárquica en el 2014 se volverá una posibilidad real.

El desafío principal para el FMLN es el definir con claridad su compromiso con una reforma política, que le permita restablecer su alianza con fuerzas progresistas y democráticas, que incluyen a diversos componentes sociales que hoy acompañan la campaña por la derogatoria del 743. El FMLN puede pero no debe colocarse como el más fiel defensor del status quo de la Constitución de 1983. Y mucho menos prestarse para amenazas de destitución o traslado a los 4 magistrados de la CSJ.

De seguir defendiendo la gobernabilidad institucional, el potencial transformador para el cambio social, acumulado durante estos años se va diluir o acabara por ser abandonado. El FMLN se debe a los sectores populares y no al sistema de partidos políticos de la derecha. Y mucho menos al imperio.

En segundo lugar, el FMLN debe recuperar su credibilidad como fuerza del cambio por medio de explicar detalladamente a la población, la necesidad de establecer alianzas con fuerzas de la derecha legislativa, para poder avanzar. En tercer lugar, escuchar con mayor atención los reclamos y opiniones de la gente en la escogitacion de sus candidatos municipales y legislativos. En cuarto lugar, impulsar, acelerar -mejor dicho iniciar-el proceso de abandono de la política económica arenera neoliberal.

Un movimiento social débil y desorientado

Existe la certeza que la actual crisis no se resolverá a favor de los intereses populares a menos que exista un amplio, multifacético y vigoroso movimiento popular y social en las calles, exigiéndole a la Administración Funes que cumpla con sus promesas y profundice –o inicie- la reforma política y la reforma económica.

Lo que caracteriza la conducta actual del movimiento popular es la pasividad y la ausencia de propuestas. Con raras excepciones, como la resistencia en Cabañas y en Nejapa. Es únicamente un reducido sector el que esta saliendo a las calles por el 743, más que todo de las ONGs, aunque su voz es simbólica y significativa. En general, el grueso de la población esta  a la expectativa o en la lucha por la supervivencia.

Mientras que la discusión sobre el poder institucional siga girando alrededor de las instancias gubernamentales y partidarias, no podremos avanzar. Se necesita que los sectores populares organizados asuman la responsabilidad de empujar el proceso democratizador hacia nuevos niveles.

Sin organización y movilización popular, Funes seguirá rehén de los intereses oligárquicos y de las transnacionales. Sin organización y movilización popular, el FMLN seguirá enfrascado en los laberintos de la burocracia estatal. Sin organización y movilización popular, la restauración oligárquica en el 2014 pasara de posibilidad a realidad. 

Perspectivas.

La derecha podrá seguir avanzando en la medida que los sectores populares no retomen su papel histórico de fuerzas activas a favor de los cambios sociales. La derecha sabe que sus instrumentos políticos (ARENA, GANA, PCN, PDC) están agotados, y por eso confía que la actual crisis permita equilibrar este desgaste y que tanto el presidente Funes como el FMLN aparezcan como integrantes activos de un sistema de partidos políticos corrupto e ilegitimo, lo cual dispare el abstencionismo como respuesta.

Lo único que puede revertir esta tendencia hacia el fortalecimiento de la derecha empresarial, es la posibilidad que el presidente Funes retome la iniciativa política y se posicione como conductor de un proceso de cambios y no como un mero operador político del sistema, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Proceso que no se profundiza, retrocede.  Y el FMLN lo sabe. Y el pueblo también lo sabe. Por lo que una política de carpe diem es insostenible. Marzo del 2012 se esta acercando. 

Por otra parte, es evidente que el mayor logro político del actual proceso de cambios  ha sido la elección de una nueva Sala de lo Constitucional  de la Corte Suprema de Justicia, ya que su independencia es garantía del avance del proceso democratizador. Y ojala que lo mismo suceda con los cambios que se están dando en la Corte de Cuentas, en el TSE y en el RNPN. Porque no solo se trata de cambiar funcionarios, sino de cambiar practicas heredadas de autoritarismo y corrupción. La gente esta observando lo que pasa y esto es un rasgo de esperanza.

Roberto Pineda

San Salvador, 29 de junio de 2011

 

 

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