Sonia Alda
Cada paso hacia delante que da la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) reafirma uno de sus objetivos fundacionales, la autonomía regional en relación a Estados Unidos y otras potencias. Dicho objetivo exige no sólo rechazar la influencia de otras potencias, sino también crear alternativas propias. En coherencia con ello se explica la intención de crear una "doctrina de Seguridad y Defensa de América del Sur para América del Sur", como manifestó el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, en referencia a la necesidad de crear "estructuras de disuasión" para proteger a la región. Muy particularmente para proteger sus recursos naturales, ya que según las palabras del ministro, "la región tiene activos con importancia estratégica creciente y necesitan ser preservados", frente a fuerzas extrarregionales que pretenden crear "fuertes discordias, en una región que es el espacio estratégico más pacífico del planeta". Con este objeto se ha creado la Junta de Defensa y el Centro de Estudios Estratégicos de la UNASUR, con la pretensión de diseñar políticas de defensa propias, de acuerdo a los problemas de la región. Se darían así soluciones bajo una visión sudamericana, al margen de preocupaciones ajenas a Sudamérica. Una afirmación que cada vez que se realizase, sería una referencia para las preocupaciones norteamericanas.
En el acto de lanzamiento de estos nuevos organismos en Buenos Aires, la presidenta argentina Cristina Fernández puso de manifiesto los logros de la UNASUR en relación al desarrollo de mecanismos propios para resolver los problemas de la región, destacando el papel de este organismo como mediador en conflictos. Los éxitos han sido evidentes como así lo demuestra la mediación entre Colombia y Venezuela por ejemplo, o la respuesta colectiva frente a las crisis internas en Bolivia o, más recientemente, en Ecuador. De acuerdo a estos logros la Presidenta afirmó: "Fuimos capaces de resolver con instrumentos propios crisis que en otros momentos hubiesen significado interrupciones constitucionales". Y, en sintonía con los demás mandatarios, señaló que "estamos construyendo algo nuevo y diferente en un mundo diferente y nuevo".
En este proyecto, la defensa ha adquirido un papel trascendental y su desarrollo es evidente a partir de la creación del Consejo de Defensa Sudamericano y la labor realizada. Bajo estos presupuestos el ámbito de la defensa ha tenido un importante impulso. Los avances alcanzados por el Consejo de Defensa Sudamericano en materia de medidas de confianza así lo ponen de manifiesto.
Esta realidad y los objetivos planteados conducen necesariamente al cuestionamiento del sistema de seguridad regional de la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo creado por iniciativa norteamericana en plena Guerra Fría y que incluye a toda la región latinoamericana. Aunque desde la fundación de UNASUR, Brasil, como otros gobiernos sudamericanos, insistió en la compatibilidad de ambos organismos, lo cierto es que los objetivos fundacionales de la UNASUR y su desarrollo, cada vez cuestionan más las instituciones hemisféricas, y no sólo por gobiernos declarada y abiertamente antiimperialistas, como el boliviano y el venezolano. De hecho, el ministro de Defensa argentino, Arturo Puricelli, manifestó que todos los ministros de Defensa sudamericanos coinciden en señalar que el sistema de seguridad de la OEA, ha caducado desde hace décadas. Puricelli señaló la necesidad de "una revisión" de "todas" las instituciones de defensa de la Organización de Estados Americanos (OEA), incluyendo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), ya que se entiende que este sistema "ya no responde a las necesidades suramericanas" y se requiere su remodelación.
Mas allá de los retos que necesariamente tenga que afrontar la OEA, lo cierto es que el intento de la UNASUR es histórico puesto que tal y como ha afirmado el ministro de Defensa ecuatoriano, Javier Ponce "es la primera vez que se intenta una agenda de defensa al margen de la tutela estadounidense". No es una tarea sencilla pues son muchas las diferencias y asimetrías de la región, pero parece imprescindible, como el mismo ministro ecuatoriano insiste en afirmar, que cualquier logro y acuerdo pase necesariamente por empezar a discutir las diferencias y no los puntos en común para poder encontrarse y alcanzar acuerdos.
*Sonia Alda es Doctora en Historia por la UAM y profesora en el IUGM
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